Herederos Martínez de Pinillos

Historia de nuestra familia

El 14 de setiembre de 1847, firmó Florencio Martinez de Pinillos la escritura de propiedad a censo enfitéutico de la explotación de las aguas minero medicinales de Arnedillo.

El precio del censo, fue fijado de unos 24.000 reales anuales.

En el momento en el que se inició, por parte de nuestra familia, su andadura empresarial, el pueblo de Arnedillo, contaba con unos 1500 habitantes. Los primeros tiempos recogieron iniciativas de mejora, aunque según Florencio, el mayor inconveniente, residía en las deficientes o nulas comunicaciones que aislaban a Arnedillo, solo los más arriesgados o los más necesitados, se aventuraban a iniciar el viaje en aquellos años.

Al promulgarse el 1 de mayo de 1855, la ley desamortizadora de Madoz, las expectativas empresariales, del matrimonio, Martínez de Pinillos cambiaron. Según esa legislación, las entidades públicas como los ayuntamientos, no podían poseer bienes, los llamados de “manos muertas” y el Estado, se incautó, de su dominio directo para desamortizarlos o bien como en el caso de Arnedillo, para redimirlo, previo pago de su amortización.

El derecho de redención le pertenecía a nuestros tatarabuelos ya que eran concesionarios de su dominio útil. Ayudados y alentados, sin duda por su hijo Felipe iniciaron los trámites para la consecución de la total propiedad de los Baños de Arnedillo. Demostraron firmeza, constancia y una voluntad sin límites para conseguir lo que en muchas ocasiones la interpretación de la ley les negaba y que al fin en 1867, se les concedió.

En 1998 el Ayuntamiento de Arnedillo reconoció el largo afianzamiento de nuestra sociedad, con los baños de Arnedillo en una placa de plata, situada a la entrada al acomplejo del balneario, para ese reconocimiento , transcurrieron 150 años. Quizás para este tardío homenaje, tendría en cuenta el ayuntamiento, la noticia publicada el miércoles 8 de agosto de 1984, en el que se citaba que Arnedillo, era uno de los dos pueblos riojanos, con más renta “per cápita” , más de 500.000 pesetas de media anual.

Nuestra sociedad ha mantenido constantemente el compromiso no solo con el Balneario de Arnedillo sino con la nación española que dictó las leyes desamortizadoras y será de las pocas empresas surgidas en aquella legislación que permanece con una actividad pujante y que además ha servido de núcleo para el desarrollo de nuevas actividades balnearias.

El año 1868 comenzó la construcción del llamado edificio principal, que era el primero de los que se pensaba edificar el gran proyecto.

Florencio nos dejó la empresa en la que somos partícipes y transmitió a generaciones posteriores la pasión por Arnedillo, pero quizás la lección de su perseverancia, sin desánimo, sabedor de que su derecho era el que le asistía legalmente, debe ser el ejemplo que tengamos, cuando nos encontremos en situaciones semejantes.

Su retrato y el de su mujer, se encuentran colocados al igual que el de su hijo Felipe en la entrada del Balneario; completamente integrados en la obra actual que seguro, que ellos hubieran deseado conseguir.

El 22 de diciembre de 1916, en Vitoria, ante el notario Vicente González Peña, Florencio Moreno y Martínez de Pinillos, es confirmado por sus tíos Ramón y Flora y su madre María, como “celoso y entendido administrador confiriéndole el poder cumplido y especial y tan bastante cual en su derecho sea necesario” para administrar el Establecimiento Balneario de Arnedillo.

Florencio Moreno, no solo fue constante y trabajador, hasta los últimos días de su vida, sino que tuvo lo que tantas veces nos recalcaba que era necesario; iniciativa.

Junto con su cuñado, José Vazquez-Illá explotó la fonda del Hotel; en el año 1924 amplió el pabellón principal del establecimiento y en 1929 construyó el nuevo puente sobre el Cidacos, incorporó toda la tecnología que se iba descubriendo como el telégrafo o el teléfono e incluso adquirió vehículos como el Ford Modelo T, matrícula LO-37.

En 1926, tiempos de la dictadura, de Primo de Rivera, el Ministerio de Economía, obligó a establecer un nombre comercial, adaptándose el de Establecimiento Balneario “Therma San Zoilo”, registro que se hizo por 20 años. El 3 de enero de 1972, se transformó en SA, Martínez de Pinillos.

El 18 de julio de 1936, comienzo de la guerra civil española, sorprendió a muchos clientes procedentes de las dos zonas enfrentadas en Arnedillo.
Arnedillo fue siempre “zona nacional” y cuando se construyó el Sagrado Corazón, no puede inscribirse en las lápidas laterales de aquella capilla, ningún nombre de ningún caído de Arnedillo en aquella guerra civil: posiblemente no exista otro pueblo en España sin muertos de una tendencia u otra.

El triunvirato familiar de gerencia tuvo que demostrar en los años de posguerra ingenio y habilidad para solventar problemas de suministro más elementales .

Una de las grandes mejoras fue la instalación en el pabellón de baños, del primer ascensor con el fin de poder transportar a los clientes en carros de mano hasta su habitación después del baño suspendiéndose así el transporte tradicional “a hombros” de los bañistas.

La enfermedad reumática en el sentido más amplio, fue el motor empresarial durante más de 175 años de Herederos Martínez de Pinillos S.A.

Felizmente el atractivo que siempre ha tenido el agua de Arnedillo, se ha visto revitalizado por una clientela juvenil y moderna que busca relax de manera natural y en la naturaleza.

La temporada balnearia, no se limita a unos meses, como anteriormente, sino que se ofrece servicio todo el año.

El mérito de esta sociedad familiar por permanecer 175 años activa se debe al afianzamiento de todas las generaciones con las aguas de Arnedillo, cumpliendo el compromiso de Florencio Martínez de Pinillos que pactó con el Ayuntamiento de ese pueblo y que el desarrollo posterior de ese pacto, fue posible gracias a las medidas desamortizadoras de unos políticos liberales que representaban entonces a la nación española.

Ese pacto primero y su consecuencia posterior exigía transformar una empresa inactiva de “manos muertas” a otra que reportara trabajo y beneficios: lo cumplieron y hemos cumplido debidamente.

El que esta empresa haya sido estrictamente familiar es un mérito relativo: por ello contaron y hemos contado, hasta ahora, con la inestimable ayuda de la biología.